Capitulo 15, escrito por: Jerycz

Capítulo 15
Escrito por: Jerycz

Esto no puede estar sucediendo…

La mirada expectante de Tom ni siquiera parpadea cuando ve a Kate caer, y como si fuera una película en cámara lenta, el cuerpo de la mujer se dobla completamente hasta tocar el suelo.

- ¡No! – clama el hombre acercándose a tropezón limpio hacia donde se encontraba Kate.

- ¡No te muevas, idiota, o te disparó a ti también! – vocifera el hombre de Douglas fuera de control.

- ¡Baja el arma tú, zopenco o te la parto en dos! – exclamó sulfurada Elisa sosteniendo con ambas manos el arma, y sin temblarle el pulso, recalcó - ¡te he dicho que bajes el arma, zoquete!

Empequeñeciendo los ojos, el hombre de Douglas, bajo con cuidado el arma que portaba. Había reconocido a esa mujer como a la cual su jefe había ordenado que le dieran la golpiza de su vida.

- Eso es… - resopló Jesse apuntando al hombre con el brazo extendido – con cuidado.

Torciendo el labio, el hombre dejó con ademán sulfurado aquella arma, y luego observó a los ojos a Elisa.

- No aprendes, perra… - escupió con insolencia – eres demasiado impertinente como para no entender algo.

- ¡Patea esa arma hacia acá! – indico Jesse endureciendo la mirada, y luego de que este hiciera lo que le pedían, el hombre adelanto un par de pasos y se le encaró a ese tipo - ¡cuidado con lo que dices, escoria! – y señalándolo con un dedo casi presionando su cara, lo increpó con rudeza - ¡te irás el infierno por infeliz y desgraciado! ¡ya sabrá Dios que otras cosas hecho en tu vida de perdedor!

En tanto, Elisa respiro hondo, y se afirmo en un mueble cercano. El esfuerzo de levantarse de ese modo le estaba pasando la cuenta.

Alzando la mirada, considero que la escena que presenciaba la veía demasiado borrosa, e intentando mostrarse entera, le dedico una breve sonrisa a Suset, quien la miraba con preocuación.

Mientras, John se aproximo con ligereza donde se encontraba Kate.

- ¡Esta viva! – exclamó con voz quebrada al tocar con vehemencia el borde de su pecho al notar como este subía y bajaba con suavidad. Volviéndose a Jesse, resopló - ¡hay que llamar a una ambulancia! ¡esta viva!

Tragando saliva, Kate hizo un intento por abrir los ojos, y al hacerlo, descubrió muy cerca de sí el rostro acongojado de Tom.

- Tom… - murmuró con ronca y débil.

- No digas nada… - le ordenó el hombre tocando con suavidad su mentón – no hagas ningún esfuerzo por favor… sólo… - y la mirada cuajada de lágrima, musitó – sólo quédate conmigo.

- Pero… necesito… hablarte…

- Nada es más importante… - la cortó Tom con ojos severos – sólo tú y el niño.

Haciendo un respingo, Elisa parpadeo.

¿Un hijo?

Sin darle tiempo de escuchar nada más, un equipo de emergencias hizo su entrada. Trayendo tres camillas, la primera en subir a la ambulancia fue Kate. Tom, sosteniéndole la mano, la acompaño en la misma. Tenía la esperanza que si no le soltaba la mano todo iría bien.

Elisa, en tanto, fue ingresada sin compañía. Cuando Jesse y Suset iban a subir con ella. Koleman los interceptó con la orden de continuar con el operativo. Tenían que elaborar los informes y las pruebas para la corte.

Mientras, Douglas, fue depositado dentro de una bolsa negra. Los ojos abiertos del hombre no fueron cerrados por ninguno del personal de salud. Así mismo subieron la cremallera y lo cargaron a la ambulancia.




Con la vista vidriosa, Elisa se tocó el cabello con melancolía.

El cielo de la mañana estaba completamente límpido, y el sol resurgía fantástico en el horizonte, sin embargo, ella sólo tenía deseos de llorar.
Desde hacía un par de días que estaba ingresada en el hospital. La doctora que la atendió insistió en que había que realizar nuevos exámenes.

- ¿Para qué? – le había dicho a la mujer que, según ella, debía rondar los cincuenta años, y con voz apagada señaló – sepa usted que ya estoy condenada.

- Nada se puede dar por hecho, jovencita… - repuso la mujer palmeando afectuosamente su hombro – la muerte es la única que puede cortar nuestra esperanza.

¿Qué esperanza?... rezongó para sí Elisa… estoy enferma de por vida y estoy sola… creo que es suficiente como para perder la fe.

Mirando su reloj, se preguntó cuando vendrían a darle el alta. La doctora le había dicho que en la mañana bien temprano.

Alzando una ceja, y en contra de su voluntad, pensó en Tom.

No sabía como estaba Kate, y ninguna de las enfermeras había podido proporcionarle ninguna información.

Ojala y este con bien… murmuró con tristeza la mujer al pensar en esa criaturita.

- Señorita Howard… - escuchó decir de pronto, y volviendo la mirada, se encontró con el rostro afable de la doctora que la entendía – tengo para usted buenas noticias.

- Usted dirá – respondió ella con voz desinflada.

- ¿Recuerda que repetimos los exámenes de sangre, específicamente el test de Elisa?

Asintiendo con un ruidito, Elisa hizo una mueca.

Como si además fuera insoportable esta situación, además tengo que aguantarme que ese estúpido examen tenga mi nombre.

- ¿Cree en los milagros? – preguntó la mujer acomodándose los anteojos que llevaba mirándola con los ojos muy abiertos.

- Sí… - respondió tímidamente Elisa.

- Pues déjeme decirle que su examen de sangre no revela ninguna anormalidad.

Elisa enarcó una ceja .

- Eso… ¿qué quiere decir? – inquirió ella con temor.

- Mi querida Elisa… usted no es portadora de VIH.

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